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AL PROGRESO DE LA HUMANIDAD
LIBERTAD .·. IGUALDAD .·. FRATERNIDAD .·.

Queridas Hermanas y Queridos Hermanos un año más nuestra logia se une para celebrar el solsticio de verano, fiesta grande de la masonería y que se encuentra enraizada en todas las tradiciones culturales de la antigüedad, desde lo más profundo de los tiempos porque celebra una evidencia que se encuentra por encima de las creencias, de aquellas que fueron surgiendo con el fin de dar respuesta a la angustia del ser humano ante algo tan inevitable como su muerte y el temor a un final absoluto.

Para nosotros, los y las francmasones, supone la celebración del triunfo de la luz por encima de la oscuridad, del conocimiento, fuente de sabiduría, frente a la ignorancia fuente de esclavitud, pues nadie es menos libre que quien está sumido en la ignorancia.

En este día celebramos, también, y según tradiciones anteriores a la heredada de aquellos que son nuestra fuente, la fiesta de la cosecha; siembra y recolección que son muy anteriores al momento en el que el ser humano se encuentra capacitado para levantar edificios. Esta recolección, simbólicamente, será un momento para la reflexión, para volver la vista atrás y recapitular sobre lo realizado, tomar nota de aciertos y errores, de todo ello para aprender, continuando por el camino correcto de los aciertos y enmendando la marcha que hayamos observado equivocada.

Es el fin de un ciclo que se repite cada año y que siempre es diferente, es también el comienzo de otro nuevo, porque nada termina del todo. Es como el trabajo sobre nuestra piedra bruta, siempre hay algo que trabajar, permanentemente.

Es la fiesta del fuego, de ese fuego purificador y al que entregaremos lo viejo con la esperanza de que de sus cenizas, cual ave fénix, renazca lo nuevo que será una nueva vuelta en la espiral de nuestro camino.
Al fuego entregamos, también, aquello que de malo haya habido a lo largo del año pues no se puede vivir de manera permanente con el rencor, ni tan siquiera con la desazón de los errores cometidos.

Al fuego entregamos nuestros más íntimos deseos, plasmados en ese pergamino que hemos firmado cada uno de nosotros, con él que se quemará el ser humano viejo para que renazca el nuevo, un poco más sabio, un poco más viejo y al tiempo siempre joven, por nuevo; dispuesto a aprender como ese aprendiz que todos llevamos, permanentemente, dentro de nosotros