El próximo fin de semana abre un tiempo nuevo en nuestra Logia que vendrá acompañado por otra serie de pequeños acontecimientos que de alguna manera marcan la historia de nuestro joven taller. La normal renovación en la presidencia del taller hace que la Hermana Mar sea ya la sexta persona que ocupa el cargo, cuestión esta que pone de manifiesto algo que no suele ser frecuente en las organizaciones humanas, la rotación en el puesto de quien tiene la responsabilidad no tanto de dirigir como de dinamizar el grupo y que hace que las diferentes visiones enriquezcan el trabajo común.
Pocos días más tarde procederemos a la entrega de los Premios Progreso en su ya sexta edición, nacieron sin más pretensión que hacer presente el reconocimiento de nuestro taller a la labor de quienes, en nuestra opinión, hacen algo en pro de nuestra principal preocupación, y que preside desde el comienzo de nuestra andadura nuestros trabajos, el Progreso de la Humanidad. Seguramente será por pequeños pasos, pero estamos plenamente convencidos de que todos a quienes hemos mostrado nuestro reconocimiento aportan su pequeño grano de arena, su piedra, en esa dirección.
En estos seis años se ha producido una cosa curiosa y de las que nos alegramos especialmente, ya no diríamos que especialmente orgullosos -que también- porque nunca lo buscamos conscientemente, siempre ha recogido el reconocimiento al menos una mujer, en más de una ocasión serían dos las que nos hacían ese honor. Para nosotros que realizamos nuestra tarea en una Orden Masónica que nació mixta por el empeño de una mujer, Maria Deraismes, y la dedicación de un hombre Georges Martin, esta circunstancia nos parece especialmente importante.
Finalmente señalar que este mes de octubre cumplimos años, este será nuestro décimo curso desde que pusimos las marcas de la construcción en la que nos afanamos. Lo que era un pequeño triángulo es hoy una Logia con los cimientos bien asentados.