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Seguramente las respuestas a la pregunta serán tantas como miembros de la masonería a los que se les haga. Irán desde «por curiosidad» hasta «por conocer gente», pocos o ninguno podrán decir que llegaron buscando lo que realmente se puede encontrar porque nadie podrá explicar con claridad la verdadera razón del Arte, su más íntimo ser y su aplicación personal y finalista, buscar el, mejor aún, trabajar en pro del, Progreso de la Humanidad.

Es fácil hablar de los principios, igualdad, fraternidad, libertad, aunque luego y a poco que se escarbe nos encontramos con que algunos de ellos se cumplen de una manera bastante relativa. Igualdad, cuando sólo se admite a una parte de la humanidad. Fraternidad, y no somos capaces de mantener un elemental comportamiento fraterno (no hablo de amistad que eso está en otro estadio) con quien no responde a nuestros parámetros de convivencia porque, en ocasiones, la ausencia de empatía es manifiesta y el esfuerzo por resolverlo mínimo. Libertad, cuando nos pasamos la vida ocultando nuestra condición masónica en base a disculpas que únicamente encubren nuestro miedo y por tanto son una cadena que nos impide volar, liberar nuestra mente y llevarnos hacia el ejercicio del pensamiento crítico. Es fácil hablar de internacionalismo, lo difícil es que ese concepto no se transmute en imperialismo o neocolonialismo intelectual, porque no se trata tanto de abarcar todo el mundo sino de la manera en que esto se lleva a cabo.

Pensamos en la tolerancia como una de las virtudes masónicas y no entendemos que no es tanto un «yo te tolero» como un «yo respeto tu manera de pensar» (cuando esta es respetable, por supuesto, que ya sabemos que no todas lo son), «yo trato de ponerme en tu lugar» y a partir de ahí entender tu derecho a ser diferente a mi, y a saber que a pesar de esa diferencia, además, podemos trabajar juntos y nos enriquece a ambos. Esto tampoco es fácil de explicar, bueno sí, lo difícil es entenderlo sin vivirlo.

Quizás alguien diga que busca un camino iniciático, aunque desconozca cómo es el camino o a donde conduce, hasta el punto de que una vez en él se percate que no es el que buscaba. O simplemente lo iniciático no es más que un ejercicio de soberbia intelectual, un ponerse por encima de los demás porque ya se sabe que en la escala iniciática quien está más arriba es fácil que, si no pone cuidado, tenga un pie sobre la cabeza de alguien.

Así pues, lo importante no es tanto lo que nos trae aquí como en que nos convertimos cuando estamos aquí, cuando entendemos el método y cuando asumimos que nuestras imperfecciones deben ser pulidas hasta conseguir la piedra más perfecta que podamos, nunca lo suficiente.