Para todos los que como yo pertenecen o pertenecieron a una Obediencia masónica, es natural el haber padecido una cierta inquietud o nerviosismo propio de los momentos que preceden y que transcurren también durante el proceso de iniciación, y es que al enfrentarse uno con lo nuevo o desconocido, la incertidumbre es mayúscula y se piensa en muchas cosas…
También os digo con toda seguridad, y más de uno o una posiblemente se identificará con estas líneas, que yo nunca tuve un único motivo por el cual decidirme a llamar a las puertas de la masonería, en realidad fueron varios y de diversa índole y trascendencia. Unos de ellos tenían que ver más con la responsabilidad para con mi entorno, el mundo en el que vivo y quienes lo habitan como mis semejantes, la humanidad; que es patria de todos.
Otros motivos tal vez fueron un poco más espirituales, siempre refiriéndome al concepto de espiritualidad con la connotación más privada y en mi caso menos religiosa que se le pueda dar a esa palabra. Pero hubo un motivo entre motivos, uno por el que siempre tuve claro, que aun a riesgo de no llegar a ser aceptado o rechazado por cualesquiera que fueran las razones, mi camino debía dirigirse de modo casi obligado por mi mismo hacia una Orden masónica internacional y sobre todas las cosas mixta. Yo tenía la obligación para serme fiel a mi mismo de llamar a esa clase de puerta, y claro está, intentar entrar a formar parte de la familia.
Es más adelante cuando ya se da uno cuenta de que como todo en la vida, no solo es llegar, es permanecer. Pero no quisiera desviarme innecesariamente de lo que deseo comunicar:
Los que me conocen un poco, saben que de un modo natural siempre tuve claro el hecho de pensar en plural, ver como iguales en todos los términos como no puede ser de otra manera, a la otra mitad de la humanidad. Las mujeres. Y pienso que es un deber para mí el defender el pleno derecho de la mujer al ejercicio masónico alrededor del mundo. De hecho, a los miembros de “Le Droit Humain” nos gusta y nos enorgullece profundamente ver sentados a nuestros lados a hombres, pero más si cabe a mujeres. Consideramos además este asunto de la mixticidad como algo fundamental e indispensable para el correcto funcionamiento de nuestros talleres. De hecho la Orden nace ya mixta desde sus inicios allá por 1893.
Si me lo permitís, me atrevo a decir que probablemente si la muy querida hermana y fundadora de la orden Marie Deraismes nos pudiera observar desde el Oriente Eterno y posara la mirada en alguno de nuestros talleres pensaría que efectivamente, algo sí que estamos consiguiendo en esta dirección en la que estamos trabajando.
Ahora bien, como ya sabréis los que seguís de cerca nuestras acciones y voluntades, observareis que a los que gustamos de empuñar mazo y cincel, sobre todo en los días que corren, efectivamente nos gusta ir un poco más allá. Y no sobra el decir que queda mucho por hacer. Y es que la presencia femenina en nuestros talleres pese a ser cada vez más habitual, no es excesivamente abundante, esto me hace reflexionar; sé que algo está cambiando, sé que caminamos de la mano ahora más que nunca, es absolutamente necesario, siempre lo ha sido, hoy por hoy más si cabe, diariamente somos bombardeados con noticias plagadas de odio, ira e incomprensión.
Personalmente, nunca podré simpatizar con quien mira a otro lado, no puedo estar a favor de quien lo ve y no hace nada, a sabiendas de que en muchas ocasiones son las más débilesy aterrorizadas quienes son blanco de desalmados. La vieja historia hecha una vez más realidad de echar las cargas más pesadas sobre las espaldas de los más débiles…
¡Basta ya! Nos hemos posicionado. Ni yo, ni mis hermanos y hermanas que luchamos diariamente por la paz podemos tolerar en forma alguna esta clase de comportamientos que atentan contra el amor universal y la vida.
Por lo que aprovecho para hacer llegar un mensaje a todas las mujeres que vayan a posar los ojos sobre estas líneas que escribo, dubitativas sobre si dar el paso o no:
No dudéis en formar parte de nuestra cada vez más numerosa familia. “Le Droit Humain” lucha diariamente por el progreso de la humanidad a ambos lados del océano. Queremos un mundo más justo, más libre y os necesitamos pues lo mismo que el día no se comprende sin la noche y viceversa, ambos somos partes inseparables en nuestro propio ser. Sin vosotras la palabra igualdad carece de sentido y necesitamos muchas manos más para que entre todos logremos llevar nuestro gran navío a buen puerto. Así que Os doy mi más sentido abrazo y mantendré siempre mi más cálida invitación. Libertad Igualdad Fraternidad.
Edgar Burgos