De nuevo, memoria histórica, pero en este caso, memoria de género.
Vivimos en democracia y debemos hacer uso y no abuso de nuestras libertades obtenidas tras siglos de historia de represión y lucha de tantas mujeres que no cejaron en su empeño en la consecución de los Derechos Humanos en igualdad de género: sufragismo, derecho a la educación, derechos laborales, paridad legal, etc.
Ya que estamos en España, pongamos ejemplos de nuestra tierra y valoremos lo que tenemos. Mujeres que lucharon por nuestros derechos en condiciones adversas:
Concepción Arenal, Clara Campoamor, Matilde de la Torre, Flora Tristán, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Rosario de Acuña, Federica Montseny, Margarita Nelken, Victoria Kent, Alicia Herrera y tantas más, que seguramente han caído en el olvido por su simple condición femenina.
¿Cuántos hombres lucharon por esta causa, para ensalzarla y dar muestras de que defender o no dicha cuestión radica en la educación sin más? Amén de cierta sensibilidad reprimida por costumbre.
¿Por qué «uso y no abuso» de estos derechos? Porque craso error sería si las féminas imitasen aquellas actitudes perniciosas para el buen funcionamiento de una sociedad, una sociedad de calidad.
Por ello, son las mujeres quienes no deben amedrentarse y sacar la fuerza que la Madre Tierra les ha otorgado para enfrentarse a esos miedos y prejuicios adquiridos por educación.
Con el mismo celo y empeño por el que se preocupan cada día por transmitir a sus descendencia aquellos valores, derechos y deberes, debemos salir de nuestra zona de confort y encarar el mundo tomando una actitud proactiva, tal y como lo haríamos en nuestros hogares, sin perder la perspectiva y sin olvidar que, como humanos, adquirimos per se la condición igualitaria y por eso mismo, hemos de esforzarnos en no perderla. Sólo tenemos que echar la vista atrás para entender la importancia de luchar y actuar, mirando de frente, sin rencores y visualizando el objetivo: ser libres (y de buenas costumbres).
Los derechos, cuesta adquirirlos y muy poco perderlos; es por eso que debemos luchar por obtenerlos y mantenerlos, estar permanentemente ojo avizor y no descuidar algo tan valioso. Si poseemos el poder de dar vida, tenemos la obligación de actuar en consecuencia y valorar tan preciada virtud, nuestra identidad, como seres humanos y por ello hemos de actuar exactamente igual con cualquiera, independientemente de su raza, etnia, ideología o género. Trabajar en equilibrio, sin distinciones, potencia la sinergia y ganamos todos y si somos conscientes de ello, triunfaremos en igualdad de condiciones y seremos más felices porque alcanzaremos la tan ansiada Libertad.