En la escuela pitagórica los iniciados debían permanecer largos meses sin hablar, hasta que hubieran adquirido el sentido de la verdad, y a los discípulos de primer grado se les llamaba «Acusticoi» es decir oyentes.
El callar impide Juzgar; y confronta al hombre consigo mismo. Le impide proyectar sobre los demás su lado oscuro. En todas las escuelas iniciáticas pasadas y presentes, occidentales y orientales, el primer paso que se exige al neófito es la práctica del silencio.
El silencio iniciático y por tanto masónico, busca calmar los pensamientos dispersos, encontrar la armonía interior y la purificación mental de los deseos incorrectos, los instintos y las pasiones. No tiene que ver con el silencio profano, pues es un silencio interno, que vacía nuestra mente de pensamientos ajenos al trabajo masónico, para que pueda llenarse de nuevos símbolos, nuevos pensamientos y nuevas verdades. Si nuestra mente está llena de las emociones, pensamientos y prejuicios profanos, difícilmente tendrán cabida en ella los nuevos conocimientos.
La disciplina del silencio, es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería, en especial en su primer grado. El silencio es una escuela para el desarrollo de un pensamiento correcto, pues nos obliga a meditar sobre lo que queremos decir, a reflexionar sobre lo correcto de nuestro pensamiento, y a analizar el efecto que pueden provocar nuestras palabras. La masonería busca «Pensadores», más que habladores.
El silencio limpia el alma y conduce al sentido de la verdad. Nada puede lograr tanta tranquilidad espiritual como el permanecer callado y rodeado de Silencio.
El Silencio, es en primer lugar, el arte de estar, uno totalmente presente y atento en Logia y el estar presente, es la condición necesaria para el encuentro de uno consigo mismo y con sus hermanos.
Esotéricamente el silencio se define como un preludio de la revelación, siendo el elemento que desenturbia la mente y permite la elevación hacia planos internos más elevados, nos lleva al encuentro con el Verdadero Yo, a esa «Visita Interiorem Terrae«, cuyo viaje forma parte del retorno a su núcleo mas intimo con el fin de edificar a un hombre nuevo.
El Silencio en la institución masónica puede estudiarse o describirse desde dos puntos de vista, el primero referido al individuo, y el segundo referido al desarrollo de los trabajos en el Rito del Primer Grado del Aprendiz, ambos ligados sustancialmente.
El Aprendiz Masón, tiene como deber y obligación principal, la de mantener silencio, su significado filosófico se basa en la premisa: Saber Pensar, Saber Dudar, Saber Callar. Es este un Silencio creador, que predispone al Aprendiz al desbastamiento de su piedra bruta, mediante el ejercicio de la introspección, la reflexión y el auto análisis.
Este Silencio Creador, es la base de la sabiduría, y punto de partida para el autoconocimento por parte del individuo; este silencio nos conduce a una reflexión interior, a un estado de absoluto control de los pensamientos, para mantenerlos enfocados y concentrados en la observación que nos permitirá aprehender conocimientos o simplemente formar conciencia de lo observado; es por tanto la ejecución y puesta en practica del deber mas importante para un Aprendiz Masón, ya que callar u observar, implica per se, mantener silencio. Y es esta la herramienta que más utilizaremos en la vida masónica, plena de constante aprendizaje y reflexión.
El aprendiz masón necesariamente debe escoger este camino; a través de el Silencio, el Aprendiz hace una constante búsqueda del conocimiento del Yo interior, pues solo el auténtico conocimiento de uno mismo, puede hacerle entender a sus hermanos, a la humanidad y a los seres que pueblan la creación, ya que establece una conexión real con su razonamiento interior, su conciencia, su esencia, que comparte con el resto de la humanidad y de la creación, dotándose así de criterios específicos, puros y suficientemente analizados y estudiados sobre las cosas del mundo externo, y del constante y eterno Universo. Esa discusión constante, esa búsqueda interior, mantener una conexión con la Conciencia, con el Maestro Interior o Yo Interno, debe ser la meta del Aprendiz Masón, porque la sabiduría mora en el eterno silencio.
El Silencio nos puede generar un estado mental que nos permita estar abiertos para recibir la luz, que nos iluminará la conciencia y el espíritu, para poder asimilar las enseñanzas y poder observar y hacer las reflexiones internas necesarias para poder comenzar a labrar nuestra piedra bruta interior, ajenos a los ruidos y pensamientos perturbadores del mundo profano.
El Silencio en Logia persigue que los hermanos reunidos, realicen un momento de sobrecogimiento interno, de meditación y elevación interna hacia la búsqueda de la verdad, de la metódica construcción del templo interior. Este silencio sirve para asumir el estado propicio para el aprendizaje dentro del taller, implica el cese de toda conversación profana, el cese de todos los pensamientos y emociones que pudieran impedir tener la disposición y concentración suficiente para poder observar, escuchar y analizar los temas discutidos en el taller. El mantener el debido silencio para reflexionar sobre dichos temas y poder tener tanto la mente como el corazón abiertos para asimilar lo mas posible las enseñanzas morales y filosóficas que se imparten en la tenida.
Las tenidas nacen en el silencio y terminan cuando reina el silencio en la cadena de la Unión. El Silencio en Logia es una constante en el desarrollo de la actividad dentro del taller en el grado de Aprendiz, porque solo se tendrá el derecho de palabra cuando se haya aprendido a observar en silencio, y de esta manera el Aprendiz Masón podrá tener conciencia del significado e importancia del uso de la palabra en el Taller, la cual servirá para exponer en su debido momento los progresos logrados en la Masonería luego de escuchar, reflexionar y saber callar, que no son otros, que el llegar a conocerse a si mismo lo suficiente como para poder dar lo mejor de si no solo en la Logia, sino en el mundo profano