jardín

En ocasiones un cuento tiene más enseñanzas que el más sesudos de los estudios, aquí un breve relato para reflexionar sobre el Arte, qué hacemos aquí y por donde debemos encaminar nuestros pasos

¿Que hacer en Caspe un día de finales de octubre, a las seis de la tarde tras una jornada de trabajo? Pasear; salí del hotel, tire calle arriba, pase el ayuntamiento y su plaza, seguí mas arriba hasta llegar a un jardín publico al lado de una iglesia de piedra -Colegiata de Santa María la Mayor- posiblemente gótica.

Entre las ramas inmóviles de unas acacias y un macizo, marchito de quizás lilas, el crujir de mis zapatos contra la grava era el único ruido que turbaba el silencio.

-Siéntese aquí.

Sorprendido, me estremecí, volví la cabeza hacia el sitio de donde venia aquella voz, mire sin decir una palabra; sentado, un hombre menudo, vestido -de moro- de colores oscuros me miraba de arriba abajo y sonreía. Tenia voz de tenor, labios finos y un bigote negro que no ocultaba una sonrisa que me producía una impresión cáustica, poco halagadora.

-¿Da gusto sentirse algo exclusivo?

No intuí que su pregunta tuviera nada de particular, y asentí. Río con frialdad.

-Perdón, ¿quien es Vd.?

-¿Acaso es mas importante saber el nombre de un hombre que lo que tiene que decirle?

-No, pero, … todo esto … , es raro.

-Se debe salir, a veces, de los limites de lo ordinario, aunque sea extraño, … ¿Quiere Vd. que paseemos y hablemos?

-Con mucho gusto -dije yo- pero al decirlo mentía.

Caminaba con ligereza y sin hacer ruido, como si se deslizase. Yo, a su lado, aguardaba lo que tuviera que decirme.

¿Que es lo que querrá? No quería ofenderle negándome a hablar con el.

Caminamos plaza arriba, silenciosos durante unos momentos, después hablo con el tono de un hombre dueño de sus ideas.

-No hay nada en la vida mas curioso que las razones de los actos humanos… ¿No es verdad?

Asentí.

-Hablemos francamente. Me dijo.

-¿Y de que vamos a hablar, así, tan de repente?

-¿Para que ir lentamente cuando se puede llagar de un salto? Hablemos del objeto del Arte.

Me detuve, sorprendido por estas palabras y por una pequeña carcajada que me sonó sarcástica y molesta.

-No se detenga Vd. conmigo va por el buen camino… Diga, ¿Que quieren los masones?

Mi estupefacción aumento. ¿Quien es este hombre?

-¡Ja, ja, ja, … ,! Soy un hombre alegre y muy curioso…, siempre quiero saber, saberlo todo, esa es la preocupación que sostiene mi vida.

-Escuche Vd., le dije.

-Todo esto tiene su suficiente razón de ser. Nada se realiza en este mundo sin razón de ser… .Vamos pues, pero no hacia adelante, sino profundizando.

Avance unos pasos lleno de impaciencia, y el me siguió.

-Le comprendo, le es difícil, de pronto, dar una definición de lo que la masonería persigue. Estará de acuerdo si digo que el objeto del Arte es ayudar al hombre a comprenderse, a revelar su fe en si mismo y a desarrollar su deseo de verdad; luchar contra el mal en los hombres; saber encontrar lo bueno en ellos;despertar en sus almas la vergüenza, la cólera para que sean fuertes y poderosos; sembrar la inquietud en su existencia; hacerles amar apasionadamente la belleza. Esa es mi opinión… , complétela Vd.

-Hasta la vista, dije secamente.

¿Y tu eres un maestro?

Por tal me reconocen mis hermanos. Pensé.

-No me gustan las bromas.

-Váyase Vd., dijo con amabilidad, pero enséñame algo al menos, que me ayude a reconocer en ti a un maestro,…

-¿Que desea Vd.? -Le pregunte angustiado.

-Busco la luz, la verdad, la belleza, la vida; enséñame los caminos.

Desconcertado le mire sin decir palabra.

-Rehúsas a comprender a un hombre tan solo porque es original.

-Pero, …, perdone Vd., yo he de marcharme …, ya es hora.

Permaneció en el jardín mirando a la amplia llanura del otro lado del río, y yo, mientras me marchaba, comprendí que no me alejaría de el. Empezó a tararear una canción, que me era conocida: …. ¿Como podrás ser guía si ignoras el camino …? … . Me volví y le mire. Decidí volver, me senté a su lado y le dije -Escuche Vd. hablemos con claridad.

-Es indispensable.

-Hay algo que necesita Vd. decirme ¿Verdad?

-Por fin has encontrado el valor para escuchar.

-Hable Vd., pues y sin excentricidades si le es posible.

-¿Sin excentricidades? Acaso no necesitamos sueños, fantasías y rarezas frente a una vida sin matices. ¿No son la imaginación y la fantasía quienes elevan al hombre sobre la tierra ayudándole a redescubrir su ruta ahora que ha perdido el orgullo de señor de la tierra y se ha convertido en esclavo de la vida, ahora que de las consecuencias de sus propios errores saca la conclusión de que eso son leyes inevitables a las que hay que someterse a pesar de ser barreras en el camino de la vida, adaptándose sin luchar. ¿Donde están los ideales, …, por que se ha perdido la fuerza de la acción heroica? Algunos buscan al azar restablecer la fe en ellos mismos, se equivocan y perecen, pero no hay que detenerles, lo importante es la aspiración, el deseo de encontrar la verdad. La búsqueda de la verdad es la mas alta aspiración ¿no es cierto?

-Si, eso es. Le respondí. Y se quedo un rato en silencio con la mirada perdida sobre el Mar de Aragón.

-¿Has pensado en tu derecho de instruir?

Me quede perplejo. ¿Que podría yo decir, lo que se le ha dicho siempre a la gente, predicar ideas y hacer lo distinto?

Se cansó de esperar mi respuesta y reanudo su discurso.

-Paso el tiempo de los grandes maestros, hombres inspirados hacia la perfección, los maestros de nuestro tiempo, tomáis mas de lo que dais, humeáis en lugar de iluminar. ¿Que enseñáis?

No le conteste.

-¿Que utilidad hay en tu trabajo llenando la memoria de un sinnúmero de clichés? Yo veo muchas personas inteligentes, quebradas, sin energía ni fuerza en si mismos para su creación porque no han tenido la ayuda de la palabra.

El día terminaba y el hombre seguía hablando

¿Quien era? Absorto en sus palabras me era imposible reflexionar sobre ello.

-Aunque lentamente, la vida se ensancha y no tenéis la fuerza o el valor para aprovechar ese movimiento, para enseñar a los otros a preguntar. ¿Comprendéis bastante la vida; las exigencias de estos tiempos? … ¿Que hacéis por el hombre que ha perdido el valor, el interés, cuyo deseo de vivir con dignidad ha desaparecido y vive sencillamente como un montón de huesos recubiertos de carne y de piel? … ¿Que hacéis para excitar la sed de la vida? … La pereza ata las inteligencias y propaga la cobardía, el servilismo, … ¿Que aportáis vosotros en este caos repugnante, en esta atmósfera asfixiante de silencios vergonzosos?

Quedo en silencio. Una sensación de vergüenza me recorrió.

-Que puedes decirme?

-Nada … -respondí.

Guarde silencio.

-No hay mayor sabiduría que el silencio. ¡Claro! …, …

Hizo una larga pausa y comenzó a reírse con gran descaro.

-¿Y tu eres un maestro? … Enséñame algo que me ayude a reconocer en ti a un maestro. Soy un hombre extraviado en la oscuridad de la vida, busco la luz, una salida hacia la verdad, hacia la belleza, hacia la vida, quiero ser mejor de lo que soy. ¡Enséñame!

¿Puedo satisfacer esas exigencias? …, ¿Donde esta el camino? … ¿El sentido de la vida esta en la belleza? … ¿Es preciso que cada instante de nuestra existencia tenga un fin elevado? … Seguí mudo.

-¿Te callas? Es igual: yo te comprendo, hasta en tu silencio, …. Y me voy.

-¡Espera!

Y partió. Ligeramente y sin ruido. Permanecí largo rato en el jardín, la luna brillaba entre las ramas de los arboles con la misma indiferencia de siempre.

Esta vieja tierra estancada, … ¿Que extraño?

Juliano