Hoy, 25 de noviembre es uno de esos «día contra, por, para» a los que tan acostumbrados están las Organizaciones Internacionales y los Gobiernos y con los que tratan de lavar la cara de la carencia de auténticas políticas que impidan que hechos deplorables y reprobables sucedan.
Hoy es el día por la eliminación de la violencia contra las mujeres, cada día suenan más estas conmemoraciones a meros eslóganes publicitarios, vacíos de cualquier contenido más allá de la propia propaganda, por la sencilla razón de que los medios necesarios para cambiar los comportamientos sociales son cada día más escasos o simplemente se eliminan. Recordemos, por ejemplo, la supresión de la asignatura de «educación para la ciudadanía», que suponía un pequeño paso para que los comportamientos sociales comenzasen a cambiar allí donde es primordial, la escuela.
En ocasiones pensamos que la violencia es únicamente aquella que se ejerce con la fuerza, la que deja huellas físicas y olvidamos que también es violencia contra la mujer el que sus condiciones laborales sean peores que las de sus compañeros hombres, también olvidamos que cambiar esto es sólo una cuestión de voluntad política; olvidamos que es violencia contra la mujer su infrarrepresentación en puestos de decisión y cambiar esto es sólo una cuestión de creer realmente en la igualdad.
Pero con todo la más grave de todas las formas de violencia posibles es, por supuesto, la física, la que llega hasta la muerte porque es irreversible. No se si somos realmente conscientes de que esa violencia es una espiral imposible de cortar en tanto en cuanto no se pongan los medios necesarios para terminar con ella, seguramente mucho más baratos que los que se dedican a evitar que los inmigrantes crucen una frontera en África que, por cierto, también es otra forma de violencia institucionalizada en nuestro país. Y mientras que la sociedad no asuma que se debe aislar de manera clara y ostensible a quien la ejerza no será posible comenzar a cambiar y salir del laberinto. Es muy posible que si comprendiésemos la necesidad de poner fin a esta violencia habríamos dado los primeros pasos para poner fin a cualquier otra forma de violencia
Produce verdadero bochorno la lectura de según que sentencias judiciales que vienen a culpar a la víctima por el simple hehcho de ser mujer, y que no es otra cosa que el reflejo de una sociedad culturalmente machista y a la que no se le proporcionan los medios para evolucionar porque sencillamente el poder es, al menos hoy, machista.
En cualquier caso, deberíamos preguntarnos si esa violencia que se ejerce contra la mujer es muy diferente de la que soporta cualquier colectivo social «diferente» o incluso, y en estos momentos, la inmensa mayoría de nuestra sociedad. La respuesta es sí, sí porque la mujer sufre la generalizada, la que nos llega a todos y la que de forma específica se dirige contra ella y no necesariamente como violencia física.
Todos los días serán 25 de noviembre mientras no consigamos erradicar esta lacra.