Reform_Club._Upper_level_of_the_saloon._From_London_Interiors_(1841)

A pesar del tiempo que llevo en esto de la masonería no termino de acostumbrarme a la manía que tienen ciertos miembros de la cofradía de los Hijos de la Viuda por dejar bien claro que se encuentran totalmente alejados de cualquier tentación esotérica. Esta actitud no pone de manifiesto otra cosa que la confusión, por no decir el desconocimiento, de qué es realmente la masonería.

Bien está que en las logias se debatan aquellas cuestiones que afectan a la sociedad civil a la que pertenecemos, de la misma manera que es loable el que en ellas se puedan acrecentar los conocimientos que sobre las artes, las letras y las ciencias tengan sus miembros. Nada de ello está reñido con el ser de la masonería, el crecimiento personal no debe dejar ningún aspecto de lado aunque, claro está, que sin olvidar la característica primordial de la masonería, su carácter iniciático.

Hay quienes en su «desconocimiento» (?) -me resisto a emplear el término pues se bien que no es así- se empecinan en equiparar el término esotérico con el de magia, indicando de este maneras que quienes nos adentramos por los caminos del interior, aquellos que son tan queridos a la masonería, somos una especie de individuos más preocupados por cuestiones «siderales» que por aquellas que afectan al ser humano. Quienes entendemos que masonería y humanismo van de la mano no podemos por menos que rechazar de plano este tipo de planteamientos más que nada porque no responden a la verdad.

Mantener la pose de un manifiesto desprecio por el trabajo interior supone, en quien así se manifieste, confundir la logia con un selecto club; vejar los revestimientos masónicos al  pretender desconocer el simbolismo del que están cargados; olvidar que el ritual es algo vacío si se elimina el carácter de herramienta que ayuda a la instrospección, es convertirlo en una mera liturgia sin más contenido que embellecer una entretenida reunión de amigos. Por supuesto, será tarea imposible, dotar de belleza  la ejecución de algo en lo que no se cree y que se considera accesorio.

A la masonería venimos a trabajar nuestro yo más íntimo, creer que esto se resume en una mera puesta en escena, en una representación teatral trufada con debates sobre cuestiones meramente profanas supone perder nuestro tiempo y, olo que es peor, hacérselo perder al resto de los miembros del taller que, quizás, entiendan que la masoneria camina por otras sendas bien diferentes.

He dicho