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Acabo de ver una película independiente llamada “Living on one dollar” / “Viviendo con un dólar” (2013). Cuatro estudiantes estadounidenses deciden visitar un pueblo en Guatemala (aprox. 300 habitantes) durante 60 días con el fin de vivir como la mayoría de la gente de allí, a la vista de los estándares norteamericanos en una pobreza extrema. ¿Cómo definieron la pobreza? En general, mediante un límite de gasto de 1 dólar por día y persona.

Para la gran mayoría de nosotros podría parecer una locura vivir con un nivel de recursos diarios tan bajo; sin embargo, me gustaría subrayar que 1 dólar en EEUU no tiene el mismo valor que en un pueblo como el que describí más arriba. Creo que en esas condiciones se tiende a utilizar lo mucho que proporciona la naturaleza. En otras palabras, no es necesario pagar por la calefacción si dispones de madera abundante al lado de tu vivienda, en la cercana selva. O no te hace falta pagar por una hamburguesa si dispones de un huerto o de animales domésticos.

¿Qué factor podrían tener en común nuestra vida y la de los habitantes del pueblo de Guatemala? El trabajo duro. Pienso que, si no trabajas duro, te vas a encontrar en problemas graves. Sí, quizás en  algunos lugares del mundo, si tienes suerte y tienes muchos hijos, quizás el Estado pueda cuidar de ti, pero en general no es así en casi ninguna parte del planeta.

Trabajo duro y construcción. Nosotros como seres humanos tenemos el impulso de una motivación interna para la supervivencia. Pero no solo la supervivencia. Es una mejora continua. Nosotros, salvo algunas excepciones, prosperamos para ser mejores, más grandes y más listos. Intentamos construir la mítica Torre de Babel y alcanzar el cielo.

Pienso que en este proceso de construcción, de autosuperación y de mejora de nuestro entorno acorde a nuestra filosofía se encuentra la naturaleza de la masonería. Nosotros estamos, como es nuestro deber, intentando transformar la piedra interna en una piedra perfecta y estamos construyendo nuestro propio templo paso a paso. Si el único objetivo de una persona es sobrevivir el día siguiente, quizás no va a querer gastar sus energías pensando en temas filosóficos como los de la masonería, pero incluso así, con todo lo que haces en este nivel material, estás siguiendo los principios de la masonería sin saberlo.

De todas formas, deberíamos valorar también la construcción en sí. Podríamos intentar alcanzar los mismos objetivos de la construcción de un templo, pero también podríamos utilizar métodos distintos. El principio es siempre el mismo – mejoras tu piedra y construyes. Pero si comparo nuestro primer mundo con el tercer mundo, creo que nosotros aquí estamos intentando “añadir algo más” que creemos que debería mejorar el resultado final. Imagina que en vez de concentrarnos en poner la piedra en la pared cogemos un trozo de oro y primero lo añadimos a la piedra para que tenga un brillo bonito. Bueno, sí, podríamos hacerlo, ¿pero realmente mejora la construcción en sí? No, no la mejora.

Y lo mismo pasa cuando alguien en EEUU se compra un coche Tesla por 70 mil dólares solo por placer y a la vez el mismo pobre hombre en el pueblo del que hablo se compra un coche de segunda mano por 500 dólares. El resultado es igual – el coche te lleva del punto A al punto B. ¿Y la diferencia? Un valor de 69,500 dólares. ¿Es eso realmente un valor para nosotros? Para algunos quizás, para otros, no. Ahora imagínate si esa diferencia llega a las manos de una persona que habita el poblado de Guatemala .

La conclusión que obtengo de todo esto es que a veces la gente se pierde, nos perdemos, buscando nuestro objetivo. Sí, siempre queremos más, mejor, etc., pero hay una trampa en el proceso que nos confunde y que es capaz de revertir absolutamente nuestro pensamiento cuando todo deja de tener sentido. Tenemos tanto de todo que empezamos a olvidar los auténticos valores de nuestras vidas y de la construcción en sí misma. Nuestro propio sistema de valores, nuestro lenguaje universal se derrumba y así pasa lo mismo que pasó cuando se construía la Torre de Babel – todo deja de tener sentido.

 

Vates